A día de hoy y tras muchas lecturas de artículos sobre Social Media me sigue sorprendiendo que se hable de éxito en Social Media vinculado a las Pymes.
Tengo la sensación de estar leyendo muchas veces lo mismo como si los conceptos por mucho que los machaquemos vayan a cambiar una realidad que, de momento, en líneas generales, se me antoja evangelizante pero poco dada a la práctica y la concreción de unos resultados fiables en el tiempo.
Temo que todos los conceptos estén ya inventados y que muchos están aprovechando este tirón del Social Media para hacer literatura de sus bienaventuranzas pero sin «chicha», sin un contenido verdaderamente útil y atrayente.
Llenar un espacio en un medio de comunicación, especialmente si cuenta con una amplia difusión, requiere de un ejercicio de responsabilidad social que, a menudo, escapa a editores prestos solo al impacto de un mensaje, un titular llamativo que se desmembra apenas hayas leído con cierto rigor algunas líneas.
Si hay quién establece que dominar el lenguaje 2.0 es imprescindible no solo ya para manejarse en los entornos digitales sino para tener ciertas posibilidades de éxito, lo sensato sería que ese medio digital procurase que lo que en él se vierte responda a ese básico precepto. Y eso sin entrar a evaluar qué significa exactamente dominar el lenguaje 2.0.
Lo cierto es que, a veces, leyendo algunos de estos artículos parece todo tan fácil que me pregunto a qué se deben tantas líneas sobre este tema. Un seguidor o lector medio, según esta falsa impresión, podría haber aprendido tanto de Social Media que no requeriría de mucho esfuerzo para desarrollar lo que llaman » una presencia efectiva en redes sociales».
Sin embargo entre estar y ser hay una importante brecha y partir de quién eres para qué quieres ser en Redes Sociales no me parece el mejor punto de partida, ni siquiera un objetivo deseable ya que en realidad se trata de ser en su sentido más extenso, por autonomasia, con unas señas de identidad propias y que, en definitiva, nos diferencia entre la amplia diversidad que somos.
Somos iguales en esencia pero diferentes en el modo de interpretar nuestra realidad y, en ese contexto, gozamos de una riqueza, diríase «superior» en el sentido que nuestras conexiones amplia y amplifica nuestro conocimiento tomando tintes casi insospechados.
Para no buscar cien pies al gato, como en cualquier otra actividad, no podremos proyectar nuestro trabajo a no ser que tengamos unos mínimos conocimientos que, en el caso del Social Media, exigen una permanente actualización ya que su ritmo es tan acelerado que dudo y desconfío de la kilométrica oferta de cursos y masters a un interés bajo.
¿Qué es el tiempo sin conocimiento?. Pues una oportunidad, el mayor bien por excelencia que gestionado correctamente podrá aportarnos un grado de experiencia.
Esta perogrullada que se aprende desde los primeros pasos parece para algunos un nuevo descubrimiento, algo revelador que merece ser escrito en negrita.
Creo que si no hay nada que decir lo mejor es callar y no llenar titulares con la misma canción de siempre, circunstancial e irrelevante.
¿O es que acaso la influencia se mide por la insana costumbre de torpedear al lector con las mismas historias?.
No todo el mundo sabe de todo, es evidente, pero cada cual tiene su pequeño nicho de conocimiento y no se es más especialista en una materia por ser un pesado.
Escuchar nos vendría bien a todos pero si mis clientes contaran con sobrada experiencia para cubrir sus necesidades cerraría el negocio y me dedicaría a otros menesteres donde realmente fuera útil.
La calidad debe empezar por uno mismo y no fomentar el engagement con falsos halagos.
Y es que, a veces, te lo pintan todo tan fácil que parece que todo el mundo sabe escuchar, conectar y conseguir la participación de una determinada comunidad de usuarios.
Si esto fuera así, tan fácil, quizás hubiéramos sido ya testigos de numerosos casos de éxito en Social Media en las Pymes pero, hasta el día de hoy y salvando honrosas excepciones, parece más bien un caldo de cultivo donde se sigue enfatizando en los conceptos pero con apenas balances fiables.
Y es que a pesar de la gran importancia de las redes sociales en cualquier estrategia integral de marketing no todo el mundo es capaz de gestionar con éxito una crisis de reputación online o aportar un contenido que vaya más allá del «cansino estribillo» de siempre.